La civilización Nagada entre los años 4000 y 3500 a.C.

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La cultura Naqada fue una civilización predinástica asentada en el Alto Egipto, a lo largo del valle medio del Nilo, con núcleos principales en sitios como Naqada (también llamada Nubt), Hieracómpolis (Nejhen, actual Kom el-Ahmar) y Abidos. Las excavaciones pioneras de Flinders Petrie en Naqada (1894) sacaron a la luz más de 2.000 tumbas con prácticas funerarias y cerámicas distintivas, que por primera vez fueron reconocidas como anteriores a las dinastías faraónicas.

Sobre la base de estos hallazgos, Petrie identificó una cultura predinástica a la que denominó “Naqada” o “Nagada”, con un desarrollo continuo de cerca de un milenio (ca. 3800-3000 a.C.) y expansión gradual desde el Alto Egipto hasta la región de Nubia al sur. Cronológicamente, Petrie subdividió esta civilización en tres fases consecutivas:

  • Naqada I o Amratiense (aprox. 4000-3500 a.C.): Caracterizada por asentamientos rurales y cementerios como el de el-Amra (de donde proviene el término “Amratiense”).
  • Naqada II o Gerzeense (aprox. 3500-3200 a.C.): Expansión territorial hacia el Bajo Egipto, con avances en cerámica y metalurgia.
  • Naqada III o Semainiense (aprox. 3200-3000 a.C.): Surgimiento de jefaturas protodinásticas y primeros jeroglíficos.

Estudios posteriores han afinado estas fechas, como los de Werner Kaiser, quien propuso inicios hacia 3900 a.C. para Naqada I y una transición a Naqada II desde c. 3650 a.C.

Geográficamente, los sitios clave de Naqada se ubican en el curso medio-alto del Nilo. Hieracómpolis, por ejemplo, fue la capital del Alto Egipto durante el predinástico tardío, con entre 5.000 y 10.000 habitantes hacia 3400 a.C. Junto con Naqada y Abidos, estas ciudades formaron proto-estados que compitieron hasta la unificación bajo los primeros faraones.

2. Orígenes africanos de la cultura Naqada

Los orígenes de la civilización Naqada están firmemente arraigados en el contexto africano. Diversas evidencias apuntan a que sus antecesores fueron poblaciones neolíticas del Sahara y Nubia que migraron al valle del Nilo debido a la desertificación hacia 3900 a.C.

Un ejemplo notable es el yacimiento de Nabta Playa, en el desierto occidental de Egipto, donde una cultura pastoral desarrolló un posible culto al ganado, enterrando bovinos ceremonialmente bajo megalitos. Este temprano culto bovino influiría en deidades egipcias posteriores, como Hathor.

La cultura Naqada I muestra vínculos con Nubia y otras regiones africanas, evidenciados por intercambios comerciales: conchas del Mar Rojo, obsidiana etíope y cerámica Naqada encontrada en cementerios nubios (cultura A-Group). Estudios antropológicos confirman que los pobladores de Naqada estaban estrechamente relacionados con grupos nilo-saharianos, reforzando su origen autóctono africano.

3. Características culturales y logros de Naqada I–II

La civilización Naqada destacó por sus innovaciones tecnológicas y artísticas:

  • Cerámica avanzada: En Naqada I predominaba la cerámica de borde negro (black-topped ware), mientras que en Naqada II surgieron vasijas decoradas con escenas religiosas y mitológicas.
  • Industria lítica y metalurgia: Tallaron cuchillos de sílex de gran perfección, como el cuchillo de Gebel el-Arak (c. 3300 a.C.), con mangos de marfil decorados. También introdujeron el trabajo del cobre.
  • Estructura social jerarquizada: Tumbas como la Tumba 100 de Hieracómpolis (c. 3500-3400 a.C.), con pinturas murales, indican el surgimiento de élites.
  • Religión y simbolismo: Cultos a deidades zoomorfas, como el halcón Horus y la diosa-vaca, prefiguraron la religión faraónica.

4. Influencia en las civilizaciones del valle del Nilo

La cultura Naqada sentó las bases del Egipto dinástico:

  • Formación del Estado: Ciudades como Hieracómpolis y Abidos evolucionaron hacia proto-estados, culminando en la unificación bajo Narmer (c. 3100 a.C.).
  • Integración del Bajo Egipto: La cultura Naqada II–III absorbió las tradiciones del Delta, imponiendo su influencia cultural.
  • Innovaciones socio-políticas: Surgieron símbolos de poder real (corona blanca, halcón Horus) y los primeros jeroglíficos (ejemplo: etiquetas de la tumba U-j en Abidos).

5. Controversias y debates académicos

Históricamente, algunas teorías eurocéntricas atribuyeron el surgimiento de Egipto a influencias mesopotámicas («teoría de la raza dinástica»). Sin embargo, evidencias actuales respaldan un desarrollo autóctono, con raíces africanas y contactos limitados con el Levante.

Un debate clave gira en torno al Incensario de Qustul (Nubia), que muestra iconografía real similar a la egipcia. Algunos sugieren que Nubia pudo haber contribuido a la simbología faraónica, aunque no hay consenso.

Conclusiones

La civilización Naqada fue el puente entre el Neolítico africano y el Egipto faraónico. Su desarrollo autóctono, con influencias saharianas y nubias, sentó las bases políticas, religiosas y culturales del Estado dinástico. Reconocer su importancia es clave para entender las raíces africanas de una de las grandes civilizaciones de la humanidad.

Referencias bibliográficas seleccionadas

  • Flinders Petrie (1894) – Diospolis Parva: The Cemeteries of Nagada.
  • Kathryn A. Bard (1999) – Encyclopedia of the Archaeology of Ancient Egypt.
  • Toby A. H. Wilkinson (1999) – Early Dynastic Egypt.
  • Bruce Williams (1987) – JNES 46(4).
  • David Wengrow (2006) – The Archaeology of Early Egypt.
  • Stanley O. Y. Keita (1996) – Egypt in Africa.

(Incluye fuentes citadas en línea: Wikipedia, DBPedia, Nile Valley Collective, entre otras.)

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