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El militante panafricanista Kemi Seba, cuyo verdadero nombre es Stellio Gilles Robert Capo Chichi, fue arrestado el 14 de octubre de 2024 en París por la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI). Esta detención, que se basa en sospechas de inteligencia con una potencia extranjera, marca un nuevo episodio en la relación tensa entre el activista panafricanista y el Estado francés. Kemi Seba, que enfrenta hasta 30 años de prisión, está acusado de presuntos vínculos con el grupo paramilitar ruso Wagner, implicándolo en actos de injerencia que podrían poner en peligro los intereses de Francia.
¿Una represión política o un riesgo de seguridad?
Kemi Seba es una figura controvertida, tanto por sus críticas virulentas al neocolonialismo como por sus posiciones antioccidentales. Su abogado, Juan Branco, denuncia una «criminalización de un opositor político y de un intelectual» y califica esta detención como un intento de Francia de silenciar a un militante influyente. Seba, quien fue despojado de su nacionalidad francesa en julio pasado, circulaba con un pasaporte diplomático nigerino como consejero especial del presidente de la junta militar en Níger, Abdourahamane Tiani.
La investigación, realizada por la DGSI, acusa a Kemi Seba de mantener relaciones con potencias extranjeras desde 2017, en conexión con actos potencialmente hostiles hacia Francia. Acusaciones serias, pasibles de penas severas, que cuestionan las motivaciones detrás de esta detención. ¿Es una respuesta legítima a los riesgos de seguridad o una represión política apenas disimulada?
Francia frente a sus fracasos en África
Para sus partidarios, este caso destaca una creciente preocupación en Francia ante el auge de los movimientos panafricanistas, que cuestionan la influencia francesa en el continente africano. Como ferviente crítico del franco CFA y de las políticas neocoloniales, Kemi Seba se ha convertido en un símbolo de la lucha por la soberanía africana. En los últimos años, ha sido detenido, expulsado o rechazado en varias ocasiones durante sus acciones a través de África, donde denuncia el control económico y político que todavía ejerce Francia.
La detención de Kemi Seba podría cristalizar aún más las tensiones entre las antiguas colonias francesas y Francia. Su creciente influencia entre las generaciones jóvenes africanas, junto con su carisma y retórica antioccidental, lo convierten en una figura temida por los gobiernos que buscan mantener su influencia.
Un militante bajo estricta vigilancia
Kemi Seba, ya condenado varias veces en Francia por incitación al odio racial, vio su detención preventiva prolongada hasta 96 horas, mientras las acusaciones siguen evolucionando. Aunque su abogado critica las condiciones de su arresto en las calles de París, Seba permanece sereno, confiado en su lucha por los derechos de los pueblos africanos y afrodescendientes. Su comunidad de apoyo, particularmente activa en las redes sociales, se indigna contra lo que considera un intento de silenciarlo políticamente.
Francia en una encrucijada
Este caso pone de manifiesto la cada vez más difícil posición de Francia frente al ascenso de los movimientos soberanistas en África. Mientras las relaciones diplomáticas se tensan, particularmente con países como Níger, la detención de Kemi Seba parece ser un símbolo de los límites del enfoque francés.
En los próximos días, el resultado de esta investigación será observado de cerca, no solo por los seguidores de Seba, sino también por los gobiernos africanos que están reevaluando cada vez más sus relaciones con Francia. Ya sea declarado culpable o no, este caso marca un nuevo capítulo en los enfrentamientos entre un Estado que busca preservar su influencia y un militante que no deja de cuestionarla.
