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La potencia creadora de la palabra, en los orígenes del caos en Senegal

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Estos días son difíciles. Las imágenes y los ecos de violencia que me llegan de mi país son difíciles de asimilar. Me siento algo perdido, atónito ante la magnitud de la violencia. El odio y la arrogancia parecen haber suplantado la virtud y la convivencia. Una pesadilla interminable atormenta mis momentos de descanso. Incluso despierto, no dejo de hacerme preguntas: ¿por qué está ocurriendo esto? ¿Cuál es el fondo del problema? ¿Quién es responsable?

En mi mente, surge una miríada de nombres que representan a individuos, instituciones y grupos. Me esfuerzo por trazar conexiones, por entender cómo sus intereses respectivos podrían estar relacionados con la situación actual, pero esta tarea resulta difícil. La situación socioeconómica, la precariedad, una demografía descontrolada… Todos estos factores parecen pertinentes, pero no son suficientes para explicar completamente la magnitud de la crisis actual.

La palabra como fuente del caos

Sin embargo, en toda situación compleja, a menudo existe una fuente, un elemento desencadenante. Tras una profunda reflexión, he llegado a la conclusión de que el verdadero instigador es el poder de la palabra y su potencial creador. Las palabras tienen esta capacidad singular de moldear la realidad, de suscitar emociones y de incitar a la acción. Han jugado un papel preponderante en la escalada de la situación actual. Esto recuerda las enseñanzas de nuestra infancia, cuando nos decían que «Nit dafay yéné lu bax» (el ser humano debe desear el bien) o «Wax baxul» (las palabras cargadas negativamente no son buenas). Estas enseñanzas subrayan la potencia y la responsabilidad que reside en el uso de la palabra.

Desde hace varios años, las condiciones parecen haber sido establecidas para la instalación del caos, del desorden, de la destrucción y del derramamiento de sangre en Senegal. De hecho, en los últimos dos años, las palabras y expresiones más pronunciadas en el país han tenido una connotación negativa. Hemos asistido a una repetición frenética de frases en wolof como «Tal rewni» (incendiar el país), «indi fitna» (provocar el caos), «dé yi dinan barri» (los muertos se multiplicarán), «deret dina turu» (la sangre será derramada), «mbokgi dina fewalo» (las familias se dividirán). Esta repetición ha sido indudablemente amplificada por las redes sociales y las herramientas digitales.

La potencia creadora de la palabra: una perspectiva metafísica

La metafísica, como ciencia que se ocupa de las cuestiones fundamentales de la realidad, puede ofrecer una valiosa comprensión de cómo la palabra puede influir en la realidad, incluso en el contexto de las tensiones actuales en Senegal.

Según ciertas interpretaciones metafísicas, la palabra no se reduce simplemente a una secuencia de sonidos o símbolos; más bien se percibe como una forma de energía capaz de influir en nuestro entorno. Por lo tanto, la palabra puede verse como una acción que, una vez pronunciada, puede tener un impacto en la realidad. La palabra, transmitida por los vocablos, posee un poder formidable. En muchas tradiciones culturales y religiosas de todo el mundo, la palabra no es solo un medio de comunicación, sino también un acto de creación que tiene el potencial de moldear la realidad.

Tradiciones culturales y religiosas: la palabra como fuerza creadora

Desde el amanecer de la humanidad, la palabra siempre ha jugado un papel central en nuestras vidas. Ya sea para comunicar, expresar sentimientos o ideas, o incluso para crear y transformar la realidad, la palabra es una herramienta poderosa que moldea nuestra existencia. En varias culturas y tradiciones religiosas, la palabra se percibe no solo como un medio de comunicación, sino también como una fuerza divina que tiene el poder de dar forma al mundo.

En el antiguo Egipto, la palabra se consideraba poseedora de un poder divino. Se decía que los dioses habían utilizado la palabra para crear el universo. Los faraones, vistos como encarnaciones de los dioses en la tierra, también usaban la palabra en rituales para influir en los acontecimientos y mantener el orden cósmico. En muchas tradiciones ancestrales africanas, la palabra se reputa por tener una influencia considerable sobre el mundo. Los proverbios, las invocaciones y las oraciones se consideran capaces de invocar fuerzas espirituales y afectar el mundo.

El islam también destaca la potencia de la palabra. El Corán, considerado como la palabra revelada de Dios, está en el centro de la fe islámica. La tradición islámica enseña que Dios creó el universo por Su palabra. En el Corán, la expresión «Kun Faya Kun», que significa «Sé, y fue», aparece frecuentemente. Esto pone de relieve el poder de la palabra de Dios como fuerza creadora.

La filosofía lingüística wolof: la palabra como creadora de realidad

En wolof, tres términos principales ilustran la importancia de la palabra: «baat», «kaddu» y «wax». Cada uno de estos términos se refiere a un aspecto distinto de la palabra, formando una imagen compleja de la palabra y de su importancia en la cultura wolof.

«Baat» hace referencia a la voz, a la palabra y al vocablo. La expresión «Baatu Mame Ya Allah» designa la «palabra de Dios», pero también se utiliza para referirse al ser humano. «Baatu Mame Ya Allah» significa un ser humano. Esta asociación da testimonio de la creencia de que la palabra de Dios es el origen de la creación de la humanidad, poniendo de manifiesto cómo la palabra, en el pensamiento wolof, está íntimamente ligada a la creación y a la existencia humana.

La palabra y la crisis actual en Senegal

La situación actual en Senegal es el resultado de muchos factores, entre los cuales destaca indudablemente el poder de la palabra. En los últimos años, palabras y expresiones cargadas de negatividad han invadido el discurso público, creando un clima potencialmente propicio para el caos y la violencia. Amplificadas por las redes sociales y los medios digitales, estas palabras tan cargadas de negatividad han resonado en la mente de muchos senegaleses.

Estas palabras negativas, repetidas y amplificadas, pueden influir en el estado de ánimo de las personas, guiar sus emociones y sus acciones, y potencialmente contribuir a la materialización de estas realidades negativas. Pueden transformarse en profecías autocumplidas, alimentando el miedo, exacerbando las tensiones y provocando comportamientos destructivos.

La palabra como herramienta de reconciliación y paz

Las palabras tienen el poder de apaciguar o incitar, de construir o destruir. Para restablecer el orden y la paz en Senegal, es imperativo comprender y utilizar positivamente el poder creador de la palabra. La elección de nuestras palabras y la manera en que las usamos pueden influir en nuestro entorno, ya sea creando una atmósfera de paz y armonía, o, por el contrario, alimentando la agitación y el caos.

En este contexto, es esencial establecer un discurso positivo y constructivo. Los líderes y todos los actores sociales deben utilizar sus palabras para promover el diálogo, la comprensión mutua, la paz y la unidad, en lugar de incitar a la violencia o la discordia. Con sus palabras, pueden inspirar esperanza, confianza y respeto mutuo, valores esenciales para la construcción de una sociedad pacífica y armoniosa.

La responsabilidad individual en el uso de la palabra

Sin embargo, cada individuo también tiene un papel que desempeñar. Todos debemos cuidar de usar nuestras palabras con prudencia, teniendo en cuenta su poder creador. Promover la escucha activa, el respeto a las opiniones divergentes y la expresión de sentimientos positivos son prácticas que debemos cultivar. Por ejemplo, es posible reemplazar las palabras de odio por palabras de amor, las palabras de miedo por palabras de esperanza, y las expresiones de descontento por propuestas constructivas.

También es importante entablar discusiones constructivas sobre los problemas y desafíos a los que se enfrenta la sociedad. En lugar de centrarse únicamente en los puntos de desacuerdo, es preferible buscar puntos de convergencia y trabajar juntos para encontrar soluciones. El uso positivo y constructivo de la palabra, como fuerza creadora, puede desempeñar un papel crucial en la restauración del orden y la promoción de la paz.

Conclusión: La palabra, una fuerza para la paz duradera

La palabra es una herramienta poderosa que puede ser utilizada para construir o destruir, para incitar o apaciguar. La situación actual en Senegal nos recuerda la importancia de la responsabilidad en el uso de las palabras. Las palabras tienen un poder creador, y cuando se usan mal, pueden generar caos y destrucción. Por el contrario, cuando se usan con sabiduría y bondad, pueden inspirar, unir y sanar.

Para avanzar hacia un futuro de paz y prosperidad, es crucial que utilicemos la palabra como una herramienta de reconciliación y construcción. Ya sea a través de los líderes, de los medios de comunicación o de los ciudadanos comunes, cada palabra cuenta. Es hora de reemplazar la retórica de la división por la de la unidad, de abandonar los discursos de odio en favor de palabras de amor y comprensión. Al hacerlo, podemos empezar a sanar las heridas de nuestra nación y a construir un futuro mejor para todos.

Que cada palabra pronunciada sea un paso hacia la paz, la justicia y la armonía. Así es como la potencia creadora de la palabra podrá realmente contribuir a transformar Senegal en un lugar de paz y prosperidad compartida.

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