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La reciente cumbre de emergencia convocada en París el 17 de febrero de 2025 ha dejado al descubierto las profundas fracturas dentro de la Unión Europea (UE) frente al giro unilateralista de la administración Trump en el conflicto ucraniano. Según documentos filtrados y declaraciones de altos funcionarios, el acuerdo propuesto por Washington exige a Ucrania renunciar a su aspiración de ingresar a la OTAN y reconocer la anexión rusa de Crimea junto a cuatro regiones del este, todo ello sin consultar previamente a los líderes europeos. Este movimiento estratégico no solo redefine el equilibrio de poder en Europa Oriental, sino que expone la incapacidad de Bruselas para articular una posición común frente a las potencias revisionistas.
El regreso de la doctrina «America First»
La victoria electoral de Donald Trump en 2024 marcó el retorno de una visión transaccional de las alianzas internacionales, donde los compromisos multilaterales quedan subordinados a los intereses inmediatos de Washington. Durante su primer mandato (2017-2021), Trump ya había cuestionado abiertamente el artículo 5 de la OTAN, calificando a la UE de «competidor económico» y retirando tropas estadounidenses de Alemania. Su segundo mandato intensificó esta postura: en enero de 2025, el Departamento de Estado comunicó a los embajadores europeos que cualquier negociación sobre Ucrania se realizaría directamente con Moscú, excluyendo a Bruselas y Kiev de la mesa de diálogo.
La Conferencia de Seguridad de Múnich: un punto de inflexión
El evento anual celebrado en febrero de 2025 se convirtió en el escenario donde se materializó la nueva realidad geopolítica. El secretario de Defensa estadounidense, Michael Flynn Jr., declaró ante los asistentes: «Europa debe asumir la responsabilidad primaria en su patio trasero. No seguiremos financiando conflictos que debilitan nuestra posición frente a China». Esta afirmación, interpretada como un abandono tácito del compromiso con la seguridad colectiva, generó protestas formales de 18 capitales europeas, aunque sin consecuencias prácticas.
Anatomía del acuerdo Trump-Putin sobre Ucrania
El borrador del acuerdo, obtenido por este medio, contiene tres pilares fundamentales:
- Neutralidad militar ucraniana: Prohibición expresa de ingresar a alianzas militares y limitación de capacidades defensivas, incluyendo techos en el número de tanques, sistemas antiaéreos y efectivos militares.
- Reconocimiento de fronteras alteradas: Legalización de la anexión rusa de Crimea, Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón mediante un referéndum supervisado por observadores turcos y húngaros.
- Corredores energéticos garantizados: Permiso irrevocable para el tránsito de gas ruso a través de Ucrania hacia la UE, con cláusulas que penalizan interrupciones unilaterales.
Para asegurar el cumplimiento, el acuerdo propone el despliegue de una fuerza de interposición bajo bandera de la OSCE, aunque con mandato restrictivo que limita su actuación a zonas predefinidas. Más controvertido resulta el esquema de seguridad colectiva alternativo, donde Rusia y Estados Unidos actuarían como garantes conjuntos, relegando a la UE a un rol consultivo en el comité de supervisión.
Reacciones y divisiones dentro de la Unión Europea
La reunión del 17 de febrero evidenció tres fracturas principales entre los Estados miembros:
- Divergencias Este-Oeste: Polonia y los países bálticos exigían sanciones inmediatas contra Estados Unidos por socavar la seguridad europea, mientras que Alemania y Francia abogaban por una estrategia de «compromiso constructivo».
- Disputas sobre capacidades militares: La propuesta de crear una fuerza rápida de intervención europea (5,000 efectivos) chocó con la negativa de Italia y España a incrementar el gasto militar por encima del 1.5% del PIB.
- Presiones económicas diferenciadas: Las economías más dependientes del comercio transatlántico (Irlanda, Países Bajos) bloquearon medidas retaliativas contra empresas estadounidenses, temiendo represalias en sectores clave como farmacéuticos o microchips.
Implicaciones geopolíticas a medio plazo
El reconocimiento tácito de las anexiones rusas establece un precedente peligroso para Moldavia y Georgia, cuyos territorios separatistas (Transnistria, Abjasia y Osetia del Sur) podrían reclamar estatus similares. Más grave aún, el acuerdo legitima el uso de la fuerza para alterar fronteras, debilitando el principio de integridad territorial consagrado en la Carta de la ONU.
Turquía y Hungría emergen como ganadores secundarios del nuevo escenario. Ankara logró incluir su demanda de supervisar los referéndums en Ucrania, consolidando su rol de potencia regional. Budapest, por su parte, obtuvo concesiones energéticas (aumento del flujo gasístico a través del TurkStream) a cambio de moderar su oposición inicial al acuerdo.
Lecciones para la autonomía estratégica europea
El episodio subraya tres vulnerabilidades estructurales de la UE:
- Dependencia tecnomilitar: El 78% de los sistemas de defensa aérea europeos utilizan componentes estadounidenses, limitando su interoperabilidad en escenarios de no cooperación.
- Fragilidad energética: A pesar de los avances en renovables, el 43% del gas consumido en la UE en 2024 seguía procediendo de Rusia, según datos de Eurostat.
- Falta de inteligencia estratégica: Los servicios europeos fueron sorprendidos por la rapidez de las negociaciones secretas entre Washington y Moscú, evidenciando fallos en el análisis predictivo.
Conclusión: La humillación como catalizador del cambio
El acuerdo sobre Ucrania representa un punto de inflexión histórico, comparable al shock del Brexit o la crisis migratoria de 2015. Al marginar a Bruselas de las negociaciones clave, Trump no solo ha erosionado la credibilidad internacional de la UE, sino que ha forzado una reflexión existencial sobre su papel en el mundo. La verdadera prueba llegará en los próximos meses: si Europa logra transformar esta humillación en una estrategia cohesionada de autonomía estratégica, o si por el contrario, se resigna a ser espectadora pasiva del nuevo orden global que se está configurando.
Referencias:
- Documentos filtrados de la cumbre de París (2025).
- Declaraciones de Michael Flynn Jr. en la Conferencia de Seguridad de Múnich (2025).
- Datos de Eurostat sobre dependencia energética de la UE (2024).
- Análisis del European Council on Foreign Relations (2025).
- Informes de inteligencia europeos sobre negociaciones secretas entre EE.UU. y Rusia (2025).